Tras conocer las cifras del paro pasada la Semana Santa, un dato acompañado de una cifra borró momentáneamente el número de parados en España, que sigue siendo elevado.
El optimismo con el que nos ofrecen estas noticias que no deja de ser un parche a un problema al que no se termina de encontrar solución, me ha traído a la mente este vídeo que resume un concepto en auge desde que la crisis económica aterrizó en España: la ideología del pensamiento positivo en el trabajo.
La esencia de esta postura contraria a ese artificio que pretende que un despido se convierta en una experiencia positiva. Que intenta que el trabajador se sienta casi culpable por sentirse hundido, es sencilla: el optimismo en el ámbito laboral, en la vida, es bueno pero un exceso no nos dejará ver otras circunstancias que tarde o temprano tenemos que afrontar.
La actitud ante un problema (en este caso, un despido) es importante, pero ¿y los conocimientos? ¿y la experiencia? Una sonrisa perenne en la cara no nos va a abrir puertas, lo hará esa sonrisa y un bagaje. Cada vez más, a los desempleados se les invita a asistir a charlas motivacionales que les reprochan su manera de afrontar la vida, casi haciéndoles sentir culpables por no emprender, por no tomar las riendas de su vida.
Con el positivismo no se logra el éxito. Con el realismo y el trabajo sí. Si nos hacen creer que podemos atraer un buen trabajo con sólo desearlo, o insisten en que la diversión es el único camino, nos estarán privando de algo fundamental: estar preparados para el fracaso, las caídas, los malos momentos,la tristeza, la impotencia, todo lo que conlleva la vida: las dos caras de la moneda.
No se trata de ser negativo, sino de comprender que por asistir a una charla donde compartan un decálogo con frases que todos conocemos y con una puesta en escena propia del Club de la Comedia, nuestras existencias no van a mejorar, como mucho nos hará el mismo efecto que el azúcar refinado: una euforia con una duración limitada.
Lo esencial ante la pérdida de un trabajo debería ser mantener una actitud equilibrada,donde haya espacio para el lamento, la queja, la rabia y el miedo, porque son sentimientos negativos que también nos ayudarán a cambiar lo que no nos gusta de nuestra vida.
Muchas historias de éxito en lo empresarial no parten de estados de alegría durante veinticuatro horas los 365 días del año, sino de momentos difíciles en los que una persona, a pesar de atravesar un momento depresivo de su vida, es capaz de seguir adelante y aprender de esa experiencia sin autoengaños.
El vídeo que se hizo a partir de Sonríe o muere, el libro de Bárbara Ehreinreich es un clásico.
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