Siempre he dicho que soy un mercenario. Trabajo por dinero, es un medio que me permite vivir más o menos bien o sobrevivir, según el caso. Si mañana viene una empresa de la competencia y me hace una oferta mejor no dudaría en marcharme. Pero lo cierto es que no todos los empleados son mercenarios y le dan importancia a otras cosas además del sueldo.
No hablamos ya de buen ambiente laboral, que también es un aspecto muy importante a valorar, sino de otros aspectos. Uno de los más importantes es el reconocimiento de nuestro trabajo, sentir que lo que hacemos sirve para algo, que arrimamos el hombro y somos en parte responsables de los éxitos de la empresa, no sólo de sus fracasos.
También se trata de una cuestión de expectativas laborales, saber si hemos tocado techo en la empresa o podemos mejorar todavía, tanto a nivel de responsabilidad como de categoría en la empresa. En caso de tener claro que no vamos a mejorar, el reconocimiento de nuestra labor es todavía mucho más importante para mejorar el ánimo de los trabajadores.
Otra de las cuestiones que marcan de forma importante nuestra calidad de vida es la facilidad de conciliación de la vida familiar y profesional que nos ofrece la empresa en la que trabajamos. A veces hay trabajos mejor pagados, pero que generan al trabajador mayores costes, debido a la contratación de guarderías para el cuidado de los hijos, complicaciones a la hora de recogerlos o llevarlos al colegio, etc. La flexibilidad laboral es clave.
En definitiva, lo que cuenta es la calidad de vida que nos proporciona un trabajo, donde el salario no es más que otra variable más. El coste del desplazamiento, el tiempo que tardamos en llegar, el tipo de jornada laboral o los horarios también cuenta a la hora de cambiar de trabajo.
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