Todos nosotros formamos parte de un equipo de trabajo en las empresas y/o organizaciones con las que colaboramos, lo que supone contar con un superior jerárquico que velará por la correcta distribución de las tareas y el cumplimiento de los planes establecidos.
Dentro de este proceso, generalmente, todos y cada uno de nosotros, contamos con una planificación de las tareas, de las que se nos evaluarán nuestros avances periódicamente, o quizás seamos responsables de su gestión de manera delegada, pero en cualquiera de los casos necesitamos contar con una 'hoja de ruta'.
A pesar de ello, en el día a día se dan situaciones en las que nuestro responsable no nos puede atender, o bien tenemos que tomar una decisión en su ausencia, lo que nos abre un cierto dilema moral, en el que tenemos que optar entre actuar por nuestra cuenta y riesgo, o demorar la resolución de la petición hasta el regreso de nuestro superior.
Decidir en esta disyuntiva no suele ser fácil, ya que si nos aventuramos a actuar y nos extralimitamos en nuestro nivel de atribución, podemos buscarnos un serio problema. Y por otro lado, podemos retrasar el curso de las operaciones al quedarnos de brazos cruzados.
Para aclarar estos asuntos, y evitar posibles diferencias a posteriori con nuestro responsable, lo másimportante es delimitar cuáles son las líneas rojas que no podemos rebasar, establecer planes de acción para los casos que se puedan inventariar, o incluso, establecer un canal de comunicación especial con este, para que podamos obtener su conformidad de la manera más rápida posible.
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