Uno de las preguntas que nos deberíamos hacer es porqué nos interesa trabajar en equipo y fomentarlo en nuestra organización.
Si nuestro equipo de trabajo está entrenado para colaborar, en lugar de para competir, repercutirá de manera positiva, no solo a los resultados de la organización sino también de los empleados.
Las principales ventajas que se pueden identificar es que se estimula la creatividad al sumarse los talentos individuales. Además, si el grupo está coordinado y orienta hacia la colaboración, se aumenta la motivación, el compromiso y disminuye el estrés y, por regla general, se toman decisiones más acertadas ya que al hacerse visibles los distintos puntos de vista, el consenso sobre qué hacer se ve claramente más reforzado.
Sin embargo, no todo el mundo es apto para trabajar en grupo, por eso conviene identificar cuándo se produce esta situación.
Lo más obvio es que no se consiguen resultados satisfactorias y cuando esto ocurre es conveniente revisar la dinámica del grupo de trabajo para saber si alguno de los integrantes resta más que suma.
Estos individuos muestran síntomas de agresividad, ironía, hostilidad o indiferencia en las actitudes. O están en permanente desacuerdo con los demás. Se adjudican las metas y los objetivos de forma individual o muestran una actitud negativa constante.
A estos individuos es mejor separarles del grupo y que aprovechen sus capacidades de manera independiente para que el resto del grupo puedan optimizar las suyas de manera conjunta.
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