Tras un par de años como usuario novato, «peleándome» con la metodología GTD hasta lograr dominarla, llegaron otros ocho años de constante evolución y aprendizaje, proceso en el que todavía continúo y del que me cuesta prever un final. Durante todo este tiempo he tenido la oportunidad de contrastar la utilidad de este método en múltiples escenarios, cada uno de ellos con características y exigencias de lo más diverso.
Por otra parte, las cerca de 2.500 horas de experiencia que he acumulado a mis espaldas en los últimos años ayudando a otras personas a mejorar su productividad personal, me han permitido llegar a tener bastante claro cuáles son los siete requisitos esenciales para lograr una mejora significativa en este área – a la que yo prefiero llamar «eficacia personal eficiente». Veamos cuáles son:
- Motivación: La mejora de la productividad personal es, ante todo, el resultado de un proceso de cambio sostenido en el tiempo. Eso significa que mejorar la productividad personal conlleva cambiar y, como bien dice Amalio Rey, todo cambio, cuando es real, cuesta. Por este motivo, contar con un propósito claro y definidoque nos recuerde, siempre que sea necesario, para quéqueremos llevar a cabo este cambio y qué vamos a obtener con ello, es fundamental para embarcarse con opciones de éxito en esta aventura. Sin embargo, es muy importante entender este requisito de la motivación en su dimensión correcta, porque como dice Alfonso Alcántara, «tener motivación no es tener ánimo, motivación es tener motivos».
- Voluntad: Además de tener motivos para cambiar, es indispensable contar con la intención firme de hacerlo. En realidad, casi todas las personas tenemos motivos para mejorar nuestra productividad personal, sean estos los que sean. Cada vez que oigas a alguien quejarse con el tan socorrido, y a menudo incoherente, «¡no tengo tiempo!», te encuentras ante una persona con al menos un motivo para mejorar su productividad personal. Lo que marca la diferencia es quiénes están dispuestos a cambiar y quiénes prefieren la opción cómoda de seguir quejándose sin hacer nada. Como dice Francisco Alcaide, «los ganadores buscan soluciones; los perdedores buscan excusas».
- Compromiso: Como escribía recientemente, «productividad personal es compromiso personal». Hasta que no existe un compromiso claro, la voluntad se queda solo en «buenas intenciones». El compromiso es una obligación que tomamos voluntariamente para con nosotros mismos y constituye un factor fundamental de todo proceso de cambio ya que, si no hay un compromiso, dicho proceso de cambio se verá interrumpido fácilmente al primer contratiempo que nos encontremos, y nos encontraremos muchos.
- Curiosidad: El camino del cambio a menudo comienza con el aprendizaje. La búsqueda de soluciones de la que habla Alcaide es la expresión de una «curiosidad con sentido». Indago para encontrar oportunidades y recursos que me ayuden en mi proceso de cambio. Una vez he convertido mi voluntad de cambio en un compromiso de mejora, el siguiente paso necesario es explorar para encontrar y aprender cómo lograr el resultado deseado.
- Perseverancia: Muchas personas actúan de forma impulsiva, concentrando sus energías con gran intensidad durante cortos espacios de tiempo. Se entusiasman igual que se desaniman y lo que hoy es máxima prioridad mañana está olvidado. Este tipo de actividad suele producir resultados muy pobres en los procesos de cambio. Por el contrario, la mejora personal resulta habitualmente de esfuerzos de intensidad baja o moderada sostenidos en el tiempo. De cara a la mejora de la productividad personal, el micro-cambio constante y sostenido produce resultados incomparablemente mejores que los macro-cambios que se inician y abandonan con la misma gran intensidad.
- Resiliencia: La resiliencia, que tan bien conoce y describe Nacho Muñoz, es un requisito indispensable para reponerse ante los contratiempos inherentes a cualquier proceso de cambio y mejora. Gracias a la resiliencia, conjuntamente con la motivación, los reveses del camino pueden ser superados e incorporados como aprendizajes. Saber que todo proceso de cambio conlleva éxitos y fracasos proporciona la perspectiva necesaria para no sobrevalorar ni unos ni otros y entender que ambos forman parte de un proceso no lineal e inevitable. Una persona resiliente es una persona que acepta sin resignarse y, precisamente por ello, puede continuar el camino con su motivación intacta.
- Humildad: Llegamos finalmente al último y sin embargo el más importante de estos siete requisitos esenciales para la productividad personal. Si bien es cierto que los seis requisitos anteriores son extremadamente importantes para este proceso de cambio y mejora, sin humildad sirven de muy poco. La arrogancia es sin duda el motivo número uno de fracaso en los procesos de mejora de la productividad personal y en cualquier proceso de cambio personal en general. Nos planteamos un cambio porque somos conscientes de que existe una alternativa mejor. Paradójicamente, cuando comenzamos el camino del cambio y comprobamos que el cambio nos cuesta, en lugar de asumir nuestra propia debilidad, culpamos al proceso de cambio. Da igual que las evidencias demuestren que el cambio es posible y que el camino que hemos elegido es el que conduce a él. Lo cuestionamos, nos rebelamos ante él y lo queremos «mejorar», eliminando los obstáculos y «allanando» el camino para que resulte más «cómodo». Y, al intentar «mejorar» el camino, lo convertimos en un camino sin cambio. Porque lo que te cuesta es precisamente porque estás cambiando. Lo que no te cuesta es porque no te cambia. Por este motivo, la humildad de aceptar que el problema no es el camino sino nosotros, con nuestras limitaciones y flaquezas, es el más indispensable y principal requisito para la mejora de tu productividad personal.
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