Los influencers se han convertido en apenas unos años en un fenómeno de dimensiones siderales. A través de Instagram personas perfectamente desconocidas alcanzan una popularidad que para sí quisieran muchas celebridades (en el sentido más tradicional del término).
En el universo de los influencers que se desenvuelven en Instagram no es, sin embargo, oro todo lo que reluce. Para tomar el pelo al todopoderoso algoritmo de Instagram (o al menos intentarlo), los instagramers se valen de toda un miríada de trucos (que tratan de esconder lógicamente bajo el felpudo) a fin de dar brillo y esplendor a su propia marca personal. A continuación, y de la mano de OMR.de, repasamos algunos de esos trucos:
1. Grupos de WhatsApp y Telegram
El algoritmo de Instagram recompensa con la anhelada visibilidad a los posts que en sus primeros 30 y 60 minutos de vida se las ingenian para generar un buen puñado de “likes” y de comentarios.
Precisamente por esta razón bajo el paraguas de WhatApp y Telegram se guarecen los denominados “Instagram Pods”, grupos que reúnen en algunos casos a centenares de instagramers con el foco puesto en una temática concreta (moda, fitness, automovilismo, etc.).
Cuando alguno de los integrantes del grupo publica un nuevo post en Instagram, lo comparte con los demás a fin de conseguir links y comentarios (aunque los miembros ni siquiera se conozcan entre ellos).
La app de mensajería Telegram supera a menudo en popularidad a WhatsApp entre quienes se cobijan bajo los denominados “Instagram Pods”. Al fin y al cabo, en Telegram los grupos pueden estar conformados por hasta 30.000 personas (frente a las 256 de WhatsApp).
En Telegram hay “Intagram Pods” (provistos de reglas que hay que cumplir a rajatabla) conformados por más 8.000 participantes.
2. PowerLikes
Los PowerLikes son “likes” que emanan de cuentas auténticas y con un elevado número de “followers”. Los proveedores de PowerLikes tienen en su portfolio a decenas de perfiles en Instagram con millones de seguidores.
Quienes compran PowerLikes reciben por parte de cuentas grandes y totalmente ajenas a los bots “likes” que tiene un efecto balsámico en el alcance de sus posts.
3. Follow Bots / Unfollow Bots
De muchísima popularidad gozan entre los instagramers los Follow y Unfollow Bots. Estos bots siguen automáticamente a algunos perfiles en Instagram para a continuación dejarlos de seguir unos cuantos días después.
Este truco no constituye sino una sibilina “caza” de seguidores en Instagram. Atraídos por el “follow”, muchos usuarios (totalmente incautos) lo corresponden sin percatarse de que unos cuantos días después el “follow” termina metamorfoseándose en “unfollow”.
Gracias a esta sencilla artimaña los bots son capaces de acumular un sinfín de seguidores nuevos en tan sólo unos cuantos días.
Puesto que en Instagram es posible seguir única y exclusivamente a 7.500 cuentas, los bots deben procurar mantener el equilibrio entre perfiles agasajados con “follows” y “unfollows”.
Estos bots son utilizados a menudo tanto por marcas como por influencers porque son muy efectivos a corto plazo. Si la argucia se prologa, no obstante, demasiado en el tiempo, quien hace uso de ella pierde más “followers” de los que gana.
4. Comprar seguidores
El método más rápido y barato para dar empaque (artificial) a un perfil en Instagram es la compra de seguidores. Por el módico precio de 9 dólares es posible echar el lazo a 1.000 nuevos “followers”. Y por 10.000 nuevos seguidores hay que pagar aproximadamente 65 dólares.
La calidad de los “followers” comprados deja, eso sí, bastante que desear y en la mayor parte de los casos se huele su falta de autenticidad a la legua.
Al fin y al cabo, los seguidores de nueva hornada no interactúan con los posts de los instagramers y sus perfiles desaparecen además cada poco tiempo (puesto que Instagram rastrea constantemente su plataforma en busca de perfiles falsos).
5. Comprar engagement
En lugar de comprar de golpe 50.000 “followers”, los instagramers pueden optar por variantes más lentas pero también más eficaces. En este caso los seguidores se añaden al perfil del usuario de manera escalonada (50 “followers” por día, por ejemplo).
Y si el instagramer está dispuesto a rascarse algo más el bolsillo, puede comprar además engagement (convenientemente falseado). Los seguidores comprados se toman entonces la molestia de escribir comentarios y agasajar con “likes” a los posts del usuario.
A priori este tipo de engagement parece bastante auténtico, pero sólo lo parece. Vistos más de cerca, muchos de los comentarios falsos contienen únicamente emojis y no hacen en realidad referencia alguna a la foto comentada.
6. Comprar perfiles en el mercado negro
Aunque se trata de una práctica que Instagram prohíbe expresamente, en el mercado negro hay a la venta cuentas pertrechadas de muchísimos seguidores. La compra suele formalizarse con bitcoins, puestos que quienes están detrás de este tipo de cuentas desean permanecer en el anonimato.
A quienes adquieren perfiles en el mercado negro se les sirve el codiciado alcance en bandeja de plata. Las cuentas a la venta tienen miles de seguidores y los proveedores que están detrás de ellas prometen a menudo al comprador un número concreto de “likes” por post.
7. Comprar Shoutouts
Las grandes cuentan venden a mundo Shoutouts a cuentas más pequeñas. En un Shoutout los influencers provistos de grandes cuentas publican en su perfil una imagen procedente de otra cuenta que es convenientemente etiquetada (para que los nuevos seguidores acudan hacia ella como abejas a la miel). En marketplaces como www.shoutcart.com las grandes perfiles en Instagram se embolsan hasta 3.000 dólares por Shoutout.
Un artículo publicado en Marketing Directo
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