Con frecuencia nos marcamos objetivos que nunca llegan a materializarse. A veces solo permanecen en nuestras mentes como sueños o anhelos, otras veces se realizan a medias y en ocasiones los resultados que se obtienen difieren bastante de lo previsto. ¿Qué ocurre? ¿Por qué hay personas que consiguen lo que se proponen y otras no?
A menudo los objetivos no se cumplen porque no están bien formulados. En realidad, muchas veces no tenemos claro hacia dónde queremos dirigirnos. Cuando mentalmente pensamos en nuestras metas lo hacemos de un modo inconsistente, sin especificar exactamente lo que nos proponemos. Ante todo un objetivo o meta ha de estar bien formulado. El acrónimo SMART representa una sencilla forma de recordar las características que debe cumplir un buen objetivo.
- Specífics Específico
- Measurable Medible
- Achievable Realizable
- Realistic Realista
- Time-Bound Limitado en el tiempo
Establecer la meta con parámetros cuantificables en un período determinado garantiza mayores posibilidades de éxito. La indefinición en cantidad y tiempo nos lleva a la no consecución de la meta. Quiero adelgazar, pero sin especificar ni cuantos quilos ni en qué período de tiempo, nos conduce a procrastinar su consecución. Siempre tenemos tiempo de perder kilos si no sé exactamente cuántos ni cuando los quiero perder. Acordaros de la Ley de Parkinson que afirma : “el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine” Si no se especifica plazo es más fácil que nunca se termine. Es mejor formular: Quiero perder 3 kilos en un mes.
No confundir el camino con el resultado final. Puede que confundamos el proceso para llegar a la meta con el resultado que deseamos conseguir. Por ejemplo, podemos proponernos estudiar o aprender inglés. Sin embargo el resultado que seguramente deseamos no es este. Es posible que lo que desees en realidad sea obtener un determinado nivel de comprensión y conversación. Hay que definirlo, si no ocurre, lo que a muchos, que nos pasamos la vida repasando y estudiando intermitentemente inglés, pero sin pasar de nivel.
Los deportistas son un claro ejemplo de la práctica de la orientación hacia objetivos. Existen dos clases de orientaciones:
Orientación hacia la tarea en sí
Implica un aprendizaje y mejora continua y se valora el esfuerzo y el perfeccionamiento en una determinada habilidad. Entrenar y ensayar de forma permanente, pero siempre orientándose a la superación y en la mejora de la técnica a aplicar. El objetivo es un proceso, pero es preciso establecer mecanismos para medir, si realmente se va progresando de forma adecuada. De otro modo, sólo se consigue repetir y repetir lo mismo sin mejorar.
Orientación al yo o competitiva
Implica la búsqueda del éxito personal o grupal y la consecución de unos resultados que signifiquen superar o vencer a otros que realizan tareas similares o iguales a las nuestras. Esta orientación evidentemente resulta más agresiva y genera estrés. Los resultados dependen de ser “mejor” que otros y si bien en el deporte es uno de los factores que lo hacen atractivo, lamentablemente esta orientación es muy frecuente en la mayoría de ámbitos, tanto en el sector de los negocios como en el laboral y social. El éxito no depende sólo de nosotros. Para llevarse “el gato al agua” es preciso aplicar la inteligencia competitiva es decir, estudiar las habilidades e identificar las estrategias del rival para conocer sus puntos fuertes y débiles y actuar en consecuencia para vencerle.
Formular los objetivos con el criterio SMART es muy importante, pero sólo es el primerpaso. De nada sirve definir, especificar, visualizar y concretar si no nos movemos. Enfocarse y ACTUAR es el camino hacia la meta.
Recordad el refrán:
gato maullador, nunca buen cazador.
Que tengáis un buen día.
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