Vivimos en una sociedad en la que realmente lo urgente no nos deja tiempo para lo importante. Eso se manifiesta en la vida cotidiana y también en la profesional.
De hecho, si se ve la perspectiva de la mayoría de las empresas de nuestro entorno pocas tienen una estrategia definida más allá del corto plazo y de hecho, se manifiesta en estrepitosos fracasos o en su escasa durabilidad,no superando en muchos casos ni el primer año de vida.
De hecho ese planteamiento cortoplacista se pone de manifiesto en los propios dueños o los directivos al carecer de la tranquilidad necesaria para pensar de forma pausada y sosegada para encontrar una solución meditada basada en criterios objetivos y no por la espontaneidad.
De hecho esta actitud se manifiesta en la poca capacidad para aceptar las críticas, lo que repercute negativamente en la capacidad para mejorar y, por tanto, en querer hacer los cambios necesarios para que la mejora se produzca.
En definitiva, quien piensa a corto, medio y largo plazo es capaz de ver las cosas con otra perspectiva en tiempo real, y es consciente de que todo lo que haga hoy repercutirá en el mañana.
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