Los siete pecados capitales están firmemente engarzados en la naturaleza humana, que es vil, canalla y transgresora por naturaleza.
Todos hemos cometido en alguna ocasión la tropelía de dejarnos seducir por los siete pecados capitales que, aun asiendo amigos íntimos de la muerte (para eso son mortales), se agazapan con su suma facilidad en el alma humana (para corromperla).
En la nueva era digital los pecados capitales que antaño cometíamos con saña y deleite han adquirido nuevos y maléficos matices. Si hacemos caso de Gigaom, así se han metamorfoseado los antediluvianos pecados capitales en el (perverso) universo digital:
1. La lujuria
La lujuria tiende a manifestarse en los tiempos digitales que corren en contenido inapropiado, ese que corre a raudales por las venas de la red de redes. En el pasado el ser humano era terriblemente celoso de su propia imagen y tendía a refugiarse en su propio pensamiento. En la actualidad la profusión de imágenes, vídeos y “fake news” deja muy poco a la imaginación, marchita el pensamiento y alimenta al monstruo lujurioso que habita en nuestras entrañas.
2. La gula
La gula es un pecado capital que, trasladado a la nueva era digital, se traduce en ese incesante diluvio de contenido al que nos vemos expuestos permanentemente en las redes sociales, donde no podemos calmar nuestro apetito de conocer más, de compartir más y de participar más. Presas de la gula, consumimos estúpidamente nuestro tiempo y la procrastinación se convierte en nuestra más fiel aliada.
3. La avaricia
La avaricia está solapada muy a menudo a la codicia con la que las empresas recopilan datos (sin ningún tipo de miramiento) con la última esperanza de monetizarlos y llenarse los bolsillos con ellos. Una forma más compleja de avaricia es el cibercrimen que echa anclas en internet.
4. La pereza
La pereza se asocia en la era digital a la estupidez, a la falsa creencia de que las cosas malignas que acontecen en el universo digital jamás nos tocarán de cerca. Por pura vagancia (y probablemente inocencia) hacemos clic en links que a todas luces no son seguros, no borramos fotos que nos pueden poner en un aprieto y no nos preocupamos de hacer copia de seguridad de las fotografías y los vídeos que hay almacenados en nuestro teléfono móvil.
5. La ira
La ira es la que corroe por dentro a los muchísimos trols que se pasean impunemente por la red de redes y que se las ingenian con sus ponzoñosas palabras para sacar, con pico y pala si hace falta, al monstruo que habita en todos los internautas (incluso en aquellos más pacíficos). Los trols y la ira que estos supuran por todos los poros se alimentan de quienes se avienen a responderles y que en último término acaban convirtiéndose también en trols.
6. La soberbia
La soberbia, la incapacidad de admitir que estamos equivocados, es el silencio que inunda las redes sociales cuando, ante la vista de comportamientos claramente abusivos, nadie dice nada y prefiere callar. Y cuando las marcas (y también usuarios anónimos) que cometen traspiés en los entornos digitales son absolutamente incapaces de admitir que se han equivocado y pedir perdón.
7. La envidia
La envidia está instalada en el alma de aquellas personas que utilizan las redes sociales como trampolín para dar rienda suelta a su “vouyerismo” más exacerbado. Un “voyeurismo” que termina mutando en envidia y, por ende, en malestar. Y que se trata de apaciguar echando mano de las imitaciones (de aquellos a quienes envidiamos) y también en la compra de seguidores falsos (para arrogarnos un estatus que a todas luces no tenemos).
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