El Crowdfunding o financiación colectiva de proyectos existe desde el s. XVIII, pero el auge de Internet ha generado múltiples oportunidades para ponerla en práctica.
- En 1728, un editor de libros alemán llamado Johan Heinrich Zedler empezó a publicar las obras de Martín Lutero tras haber puesto en marcha un sistema de suscripción por el que los compradores pagaban los volúmenes antes de que se imprimieran.
- Más de un siglo después, Joseph Pulitzer puso en marcha una campaña a través del New York World para recaudar fondos que permitieran financiar el pedestal de la Estatua de la Libertad. Seis meses después había superado los 100.000 dólares, la mayor parte procedente de microdonaciones (el total de donantes fue superior a los 125.000).
- En 1989, el grupo de rock español Extremoduro pudo sacar su primer disco al mercado gracias a un sistema similar: “Se nos ocurrió una locura que fue empezar a vender el disco antes de hacerlo […] con eso sacamos 250.000 pesetas y con eso nos vinimos a Madrid a un estudio a grabarlo”.
Pero… ¿de qué hablamos cuando hablamos de crowdfunding?
Los 3 fueron pioneros en la aplicación a sus respectivos campos de un sistema de financiación colectiva que años después, tras la popularización de Internet, vendría a llamarse ‘crowdfunding‘ y que consiste en un sistema de financiación colectiva por el cual un proyecto recauda el dinero requerido través de donaciones online.
No existen limitaciones en cuanto a la clase de proyectos que podemos impulsar a través de este sistema de micromecenazgo: desde proyectos artísticos (como libros, discos o películas) hasta gadgets, pasando por la creación de empresas o la financiación de campañas políticas.
El crowdfunding está dirigido a ampliar lo máximo posible la base de donantes, en lugar de aspirar a donaciones de gran cuantía. Para ello, facilita que los responsables del proyecto puedan comunicarse a través de la Red con miles o millones de potenciales inversores. Además, es frecuente que a cambio de ese apoyo ofrezcan recompensas en forma de participaciones, servicios o productos, si bien la colaboración puede ser también altruista.
¿Cómo funciona una campaña de crowdfunding de recompensas?
Este tipo de crowdfunding es el más habitual, y el más accesible para la mayor parte de los usuarios. En esta modalidad, el creador difunde su proyecto a través de una plataforma online, desde la que informa a los usuarios de la historia, meta y objetivos del mismo, así como la cuantía que necesita y de cuánto tiempo dispone para recaudarlo. Es importante que deje claro cuáles serán los plazos para la puesta en marcha y en qué se utilizará el dinero donado.
La plataforma puede ser su propia página web, o bien alguno de los portales especializados en crowdfunding. A nivel internacional destacan Kickstarter eIndiegogo, mientras que en España contamos con alternativas propias comoVerkami, Lanzanos o Goteo (también existen alternativas sectoriales comoPatrocínalos para deportistas o Precipita para ciencia).
Desde estas webs de Crowdfunding los creadores pueden optimizar la difusión de sus proyectos, y a los usuarios se les facilita pasarelas de pago para hacer posible la donación.
Es habitual que los proyectos de financiación colectiva ofrezcan distintas opciones para contribuir al proyecto: cantidades de dinero predefinidas por las que se ofrece una recompensa concreta. Las opciones, en estos casos, son prácticamente infinitas.
Otro aspecto que varía de una campaña a otra es la extensión del límite de tiempo para recaudar la cantidad fijada (o su propia existencia), así como lo que ocurre con el dinero recaudado cuando no se llega a dicha cantidad. En la mayoría de los casos el dinero vuelve al donante, pero en otros se dona todo lo recaudado sea cuánto sea.
Otros tipos de crowdfunding
Al margen del crowdfunding tradicional o de recompensas existen otras variantes que, si bien se ajustan al concepto de ‘financiación colectiva’, ofrecen diferencias significativas en cuanto a funcionamiento y funciones:
Equity crowdfunding
En castellano es habitual traducirlo como ‘micromecenazgo por acciones‘ o ‘financiación participativa por aumento de capital‘. En este caso, el mecenas obtiene participaciones en la empresa impulsora del proyecto a cambio de sus donaciones. La cuantía de éstas las elige el impulsor del proyecto, pero acostumbra a ser sensiblemente mayor que en el crowdfunding de recompensas. El equity crowdfunding nos permite no sólo apoyar un proyecto que nos interese, sino beneficiarnos económicamente en el futuro si éste tiene éxito.
Hace casi un año, el gobierno español reguló esta vía de financiación estableciendo límites en la aportación máxima que puede realizar un inversor no profesional (hasta 10.000 euros) y en el importe máximo de captación de fondos (2-5 millones de euros, según esté o no abiertos a inversores no profesionales).
Crowdlending
Esta modalidad permite a particulares y PYMEs ‘puentear’ a los bancos y financiarse a través de inversores particulares que apuestan por sus proyectos. Al contrario que en el crowdfunding de recompensas, en este caso el receptor de la financiación ha de devolver la cantidad prestada, y con intereses. Éstos acostumbran a ser menores que los de las entidades financieras tradicionales, y vienen definidos por los prestamistas o por las plataformas intermediarias.
Esta modalidad de financiación se ha visto impulsada por la crisis financiera: por un lado, se recurre a ella a causa de la restricción del crédito a la que la banca tradicional somete a particulares (P2P lending) y pequeñas o medianas empresas (P2B lending); por otro, los inversores lo ven como una forma de poner a trabajar su dinero en apoyo de personas y empresas de su entorno, alejadas de la ‘economía especulativa’.
En España el Crowdlending cuenta con las mismas limitaciones legales que el equity crowdfunding, y al igual que éste, se halla bajo la supervisión del Banco de España y la CNMV.
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