Si nos dieran a elegir, la elección más lógica sería tener un compañero que fuera correcto en su trabajo y además que fuera una buena persona. Pero en muchos casos no se da una relación perfecta.
Siendo realistas nos debemos plantear qué preferimos a un compañero que sea bueno en su trabajo pero con el que no irías a ningún sitio fuera de la oficina con él o una buena persona con el riesgo que no fuera bueno en su trabajo.
Se debe recordar que existen vínculos entre los diferentes miembros y la existencia de una pertenencia a un grupo es una necesidad básica humana. Por tanto, debemos considerar que el todo es más que la suma de las diferentes partes, y el talento del conjunto que se genera tiene un potencial para lograr aquello que se proponga. Pero debemos tener en cuenta cuando un conjunto de personas no busca la mejor solución, si no la existencia de un consenso a toda costa, a través del buen rollo. La confianza tiene ciertos límites y el tener demasiada confianza, a través de un sentimiento de familia, puede llegar a ser perjudicial para el rendimiento de la empresa. Aunque no lo parezca, también afectará al buen ambiente de la empresa.
Nos debemos dar cuenta que la selección se debe realizar a través de aptitudes y valores. No sólo nos debemos fijar en los valores, ya que esto nos conduce a las buenas personas, que nos interesan como amigos. Por tanto, en el trabajo se necesita una aptitud para la exploración y la búsqueda. Si no, lo que encontramos son profesionales que tienen una actitud pasiva que no nos conduce a ser eficientes. Si nos decidimos solamente por las buenas personas quizá nos tengamos que fijar lo que tiene que hacer y será necesario realizar un seguimiento constante y cercano. Eso nos puede llevar a un gasto de energía y a invertir un tiempo en que los responsables de los departamentos no disponen ni están dispuestos a invertir.
Por tanto, se debe realizar un análisis de los límites de cada persona y comprobar si llegan a ser aceptables por parte de la empresa. Es preciso ver que niveles de eficacia necesitamos para establecer un intermedio. Más que una posición nos interesa la disposición de cada uno de los miembros de la empresa. Tenemos que ver si necesitamos empleados que piensen, que hablen o que actúen. Si se trata el sólo hecho de actuar no se va a necesitar gente que considere sumamente inteligente, ya que el proceso establecido en la empresa en la que se trabaje esté bien diseñado.
No debemos de olvidar que la falta de confianza en las otras personas del grupo va a generar una pérdida de eficiencia. La bondad se puede considerar como un recurso más para ser tenido en cuenta y que nos puede hacer más eficaces, ya que la gente va a confiar más en nosotros.
Las cuestiones que debemos tener en cuenta a la hora de considerar el buen rollo entre compañeros, los compañeros improductivos o los compañeros arrogantes:
- El bueno rollo se puede considerar que lo conforman el respecto entre los compañeros, la profesionalidad, la colaboración y, por tanto, ser buena persona. La amistad puede estar muy bien, pero no son imprescindibles dentro de la empresa. Es mejor un buen ambiente, pero sin caer en los excesos.
- No sólo nos debemos centrar en la bondad de nuestros compañeros, ya que un exceso de buen ambiente en el trabajo puede llegar a convertirse en un infierno laboral que puede llegar a ser insoportable y, a la vez, muy poco eficaz.
- La creación de un buen rollo va a depender de la cultura corporativa y del estilo de liderazgo que se utilice. Cuando una empresa fomenta la competitividad interna es casi imposible la creación de una cultura colaborativa y, por tanto, del buen ambiente.
- Los entornos que son excesivamente personales están reñidos con los entornos profesionales. No ser sincero con la relación profesional va muchas veces en contra del buen ambiente y puede generar falta de autenticidad.
- La ineficiencia o la falta de productividad de nuestros compañeros de trabajo pueden afectar a la vida laboral de los trabajadores. Aquellas personas que no persiguen grandes objetivos, son a menudo, enemigos de la agilidad. Se pueden convertir en ladrones del tiempo de los demás. Son aquellos que nunca tienen la culpa y se escudan en los demás, siendo incapaces de asumir sus propios errores convirtiéndose en un lastre. Pero, a la vez, aquellas personas que dedican demasiadas horas y no llegan, ni logran resultados, o que trabajan de manera dura pero son incapaces de integrarse en la cultura de la empresa, aunque sean buenas personas, pueden afectar a la vida laboral de los demás.
- Aquellas que no son buenas personas, pero sí son buenos en el trabajo que realizan, y todo lo saben. Una manera de relacionarse con los demás desde una superioridad profesional puede arruinar la carrera profesional.
- Ser mejor en algo tiene caducidad. Debemos recordad que cada vez existen menos puestos de trabajo individuales y, por tanto, dependemos de los demás y de la especialización. Sin desarrollar la inteligencia emocional las personas se pueden quedar aisladas.
- Ser el mejor en algún aspecto suele ir acompañado de cierta arrogancia. Esta arrogancia hace que se vean a los demás por debajo, y este tipo de profesionales acaban creyéndose superiores a los demás.
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