En 1990, la compañía General Magic unía a miembros originales del equipo Macintosh y co-fundadores. Su objetivo era crear un dispositivo móvil capaz de conectar a todas las personas del mundo. Su idea revolucionaria era que todo el mundo pudiera tener un comunicador personal, un ordenador que fuera con él en todo momento.
Durante los siguientes años, este grupo de talentosos ingenieros y diseñadores trabajó para conseguirlo, construyendo pantallas, plataformas e incluso emojis durante el proceso. Pero la gente no entendió para qué servía este dispositivo. Así que fue un absoluto fracaso y la compañía cayó en bancarrota.
Pero la idea de General Magic sobrevivió, en forma de iPhone. La compañía ha sido, en definitiva, el germen de un incontable número de carreras en la industria tecnológica. De hecho, dos de los chief architects de cada sistema operativo para teléfonos móviles, que están presentes en el 99% de los dispositivos móviles de hoy día, empezaron en General Magic.
La historia de General Magic, su ascenso y caída, además de su legado, son ahora protagonistas de un documental premiado en el Tribeca Film Festival de Nueva York. Pero, aunque la iniciativa acabara en fracaso, se pueden extraer innumerables enseñanzas de su historia, según FastCompany.com.
No tener miedo a cambiar las cosas
En primer lugar, enseña que no se debe tener miedo de inventar un paradigma nuevo. General Magic lanzó algo verdaderamente radical para el momento. Seguramente fue el proyecto más atractivo y loco de Silicon Valley.
“Era una locura de prototipo, que quería hacerlo todo, tanto el servicio de red como el dispositivo en sí. Cada pieza era increíblemente ambiciosa: mensajería por correo electrónico, chat, pantallas táctiles, too al mismo tiempo, expresa John Giannandrea, head of AI en Apple e ingeniero de General Magic. “Intentar resolver los problemas reales del usuario incluso aunque significase inventar algo que no existía todavía. Así es como tenemos el ratón, las pantallas táctiles y las direcciones de email. Todas estas cosas intentaban hacer que la tecnología fuera más accesible para las personas”.
Dividir los objetivos en metas alcanzables
Pero fueron demasiado lejos, con demasiada ambición. “La tentación de hacer algo siempre más inclusivo, más poderoso, mejor, de hacer más. Esa tentación es sobrecogedora, especialmente para el equipo fundador, porque tienen grandes visiones. Tener una gran visión es genial. Pero tienes que intentar digerirlo en pequeñas piezas”, afirma Joanna Hoffman, parte del equipo original de Macintosh y head of marketing de General Magic.
“Si tienes una mezcla de gente motivada e inteligente y les unes, producirán algo increíble. Pero no puedes minimizar la importancia de la gestión”, añade. “Es prosaico. No es visionario. No es un sueño. No es excelencia tecnológica. Pero, desafortunadamente, marca la diferencia“.
El usuario como esencia
Para Andy Hertzfeld, uno de los co-fundadores de General Magic, otra lección que se puede aprender de su fracaso es que no hay que olvidar que la persona más importante siempre es el usuario. “A largo plazo, hay que poner al usuario en primer lugar. Ellos son los que están haciendo que hagas lo que haces”, señala. Uno mismo es un usuario, por ello es útil observar las propias necesidades que se tienen como tal.
“Hay que entender realmente a la audiencia. Estábamosdiseñando para nosotros, los geeks. Tenía una buena interfaz de usuario, queríamos que la tuviera, pero no nos dimos cuenta de que la sociedad no la necesitaba todavía”, afirma Tony Fadell, inventor del iPod, co-inventor del iPhone, fundador de Nest, principal de Future Shape e ingeniero de hardware y software en General Magic.
No desanimarse con las críticas
Marc Porat, CEO y co-fundador de General Magic, asegura que es muy importante aceptar las críticas, pues sin presión las ideas no cogen forma. “Los visionarios ven cosas que los demás no perciben claramente y oyen cosas que otra gente no. Hay una línea muy fina entre ser un visionario y ser alguien a quien la gente no quiere ver y considera un chalado”. Por ello, aconseja no desalentarse con las críticas, sino utilizarlas para encontrar la esencia de lo que se busca.
Aprender de los mejores
Para Megan Smith, primera mujer CTO en Estados Unidos, ex VP en Google y fundadora y CEO de Shift7, el grupo de General Manager consiguió una gran ventaja participando en este proyecto. “Todos nosotros éramos jóvenes y nuestras carreras tuvieron una enorme oportunidad de aprendizaje”, señala. “No hay que mirar solo en qué se quiere trabajar, también en los espectaculares compañeros de los que se puede aprender”.
Ser pesimista hasta el optimismo
“Ahora mismo, estamos impulsando con fuerza los coches autónomos, la inteligencia artificial o los genomas sintéticos. Todas estas cosas ocurrirán. Pero llevarán tiempo. Habrá más preguntas”, expresa Fadell. Y aunque todo no se consiga como se esperaba, creando desilusión, nunca hay que bajar los brazos. “Soy un pesimista optimista o un optimista cauto. Siempre hay que tener esperanza”.
Seguir luchando por mejorar la tecnología
Una última lección es la necesidad de hacer propios los fallos de la tecnología y seguir luchando por repararlos. “En general, en la industria, la gente da segundas oportunidades a todos. Afortunadamente, lo hacen de una forma clara, transparente y honesta”, señala Hertzfeld.
“Silicon Valley ha tenido un largo camino para recordar que debe incluir a todo el mundo en la mesa de diseño. Es un reto extraordinario de la propia humanidad, que acelera algunos talentos y desacelera otros. Traer a todo el mundo a la mesa y preguntar: ¿Cómo podemos reducir el uso negativo de la tecnología?”, añade Megan Smith.
Smith expresa que si por algo admiraba a sus mentores en General Magic era por sus extraordinarios valores, incluso aunque cometieran errores. “Si quieres cambiar algo, debes asumir riesgos. Pero no puedes actuar a lo loco, y no puedes tener parálisis de análisis. Como diseñador, ingeniero o empresario, hay que moverse deprisa”, señala Fadell.
“Cometerás errores. Tu trabajo es arreglarlos lo más rápido posible”, añade. “Muchas veces, no puedes comprender los riesgos. Ahora lo vemos. No culpes a otros. Haz que algo cambie”, concluye.
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