Tener a un buen líder a nuestra vera en el desempeño de nuestros quehaceres profesionales es un auténtico milagro (que como su propio nombre indica se prodiga poco pero no por ello deja de emerger de vez en cuando).
Diferentes estudios ponen de manifiesto que los empleados se muestran en términos generales más productivos si el jefe que les ha caído en suerte resulta de su agrado. ¿El problema? Que los buenos jefes escasean, pues tres de cada cuatro trabajadores confiesan que lidiar con su inmediato superior (huérfano probablemente de dotes de liderazgo) es la peor parte de su trabajo.