martes, 13 de marzo de 2018

7 claves para que las ideas no se queden eternamente flotando en el limbo (empresarial)

Se supone que las ideas son un bien preciadísimo dentro de las empresas. Sin embargo, y pese a que las ideas son el fermento del éxito empresarial, en muchas compañías son impunemente pisoteadas, en particular cuando tienen a bien a emerger de la cabeza de los empleados (no necesariamente menos brillantes que sus superiores).
Cuando un trabajador siente que sus ideas no son suficientemente estimadas por sus jefes, tiende a dejar que se llenen de polvo en el cajón reservado en su mente para los proyectos que jamás se atrevieron a salir del cascarón.

Tener ideas es relativamente fácil. Lo verdaderamente complicado es darles voz y en último término implementarlas. A continuación, y de la mano de Lead Digital, recogemos 7 claves para que las ideas no se apolillen (por pura indiferencia) dentro de las empresas:
1. Sea valiente
Desenterrar de la mente una idea requiere mucho valor, en particular cuando la idea en cuestión se precia de ser radical y diferente de cuanto se había hecho antes en la empresa donde ha sido pergeñada. Sin embargo, el éxito a largo plazo va colgado inevitablemente del brazo de los riesgos. A veces los riesgos se traducen en sonoros fracasos, pero los fracasos no deben ser contemplados como derrotas sino como oportunidades. Lo que recién salido del cascarón parece loco de remate, puede convertirse eventualmente, si le damos una oportunidad, en una idea lucrativa (y hasta multimillonaria).
2. Póngase en los zapatos de los demás
Quien desea avanzar el mundo empresarial necesita embadurnarse de una cualidad a menudo injustamente infravalorada: la empatía (la cualidad de ponerse en la piel de otras personas). Para el desarrollo de nuevas ideas debemos hacer nuestras las perspectivas de aquellos a quienes deseamos regalar cambios: nuestros clientes, nuestros colegas y también la compañía que nos tiene en nómina.
3. Comience marcándose pequeños objetivos
Cuando nos ponemos manos la obra y azuzamos a nuestra mente para alumbrar nuevas ideas, queremos lógicamente remover los cimientos de la empresa para la que trabajamos (y también, si es posible, cambiar el mundo). Ser ambicioso cuando hincamos el diente a la creatividad que corre a raudales por nuestras venas es perfectamente natural, pero lo cierto que si queremos que la idea que tenemos entre manos eche realmente a valorar, lo mejor es comenzar marcándonos metas más o menos modestas y dejándolas germinar en un pequeño terreno (para que después pueda echar brotes verdes en la empresa en su conjunto).
4. Sea rápido y ágil
La transformación digital exige por parte de las empresas toneladas de agilidad, de rapidez y de flexibilidad. No tiene sentido en realidad agarrarse como a un clavo ardiendo a un plan anual inamovible porque las exigencias del cliente cambian de manera mucho más veloz y radical que antes. Esto vale tanto para las empresas en general como para los empleados en particular: los planes no habitan en el papel sino en la realidad. Por eso es necesario poner a prueba lo más rápido posible la bondad (o maldad) de una idea para poder continuar (o en su defecto parar).
5. Rodéese de las personas adecuadas
Las ideas que se implementan con la inestimable ayuda de un equipo (a ser posible variopinto) de personas tienen definitivamente muchas más posibilidades de salir adelante que las que caminan en solitario. Cuando tenga una buena idea, ponga nombres a sus propios límites y busque a continuación a personas, dentro y fuera de la empresa para la que trabaja, para hacerla realidad y desatascarla del fango de lo que es fantasía pura y dura (y nada más).
6. Sea testarudo
Puede que para usted la magnífica idea que ha echado raíces en su mente sea tan maravillosa que no precise apenas de explicación alguna. Algunos de los que le rodean serán lamentablemente de otro parecer y para convencerles deberá armarse de paciencia y derrochar también litros y litros de testarudez. Quienes creen firmemente en la bondad de sus ideas no arrojan la toalla a la primera de cambio y no dejan que el primer desaire les expulse con cajas destempladas del largo camino hacia el éxito.
7. Solicite el “feedback” de los demás
Tanto si su idea se ha quedado encallada como si va aparentemente por el buen camino, debe tomarse siempre la molestia de indagar en las razones de su éxito y su fracaso. Lo que los demás tienen que decirnos sobre nuestras ideas constituye en realidad el abono que las hace crecer (y las convierte en realidades).
Un artículo publicado en Marketing Directo y, recibido vía: Vallebro.com

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